viernes, 30 de abril de 2010

30 de abril de 1943: "Operación Mincemeat"

Con este nombre tan curioso (operación carne picada), fue conocida una de las operaciones de espionaje más rocambolescas de la segunda guerra mundial, digna de una película de James Bond.

Para ponernos en antecedentes, tras la derrota de las fuerzas de eje en la cabeza de puente de Túnez, y el fin del famoso "Afrika Korps", los aliados se preparaban para saltar al continente europeo. El primer paso sería la invasión de Sicilia, la que sería conocida como "Operación Husky", operación de importancia clave ya que suponía la culminación de la aspiracióna aliada por llevar la guerra al continente tras la caída de Francia en el 40, y probablemente la eliminación de Italia del Eje. Para los alemanes e italianos, también era de una importancia crucial.

Sin embargo, para ello debían asegurarse de que los alemanes e italianos no estuviesen seguros del objetivo de la operación que a todas luces se estaba preparando, y con esa finalidad se llevaron a cabo diversas operaciones de contrainteligencia para dar pistas falsas sobre donde caería el golpe aliado.



Para ello dos oficiales navales ingleses, Sir Charles Cholomondey y Ewen Montagu propusieron una operación rocambolesca: debían hacer llegar a los alemanes documentos clasificados (falsos, por supuesto) que excluyesen Sicilia como objetivo y en su lugar determinasen que la invasión tendría lugar, de forma simultánea, en Grecia y Cerdeña. Esos planes de invasión deberían caer en manos alemanas de forma accidental, y para ello se pensó en una solución que ya había sido usada en la Batalla de Alam el Halfa. Abandonar el cadáver de un oficial con dichos planes en su poder.

Tras muchas alternativas, se decidió que se dejaría el cadáver en el mar frente a las costas españolas, concretamente frente a Huelva. Las razones para ello eran la cercanía del gobierno español al Eje, el hecho de que en Huelva estaba afincado el espía alemán que gozaba de mayor credibilidad, Adolf Klauss, y además, la aparición del cuerpo en el mar haría más difícil la datación de su muerte y por tanto preveía mejores perspectivas de éxito. Además, en esa época muchos vuelos con oficiales de enlace se realizaban entre Inglaterra y el norte de África vía Gibraltar, con lo que no era descabellado pensar que uno de esos aviones pudiera haberse estrellado o ser derribado en las cercanías de Huelva. De hecho, se dieron casos por toda la costa española durante la guerra.

Así que se obtuvo un cadáver, y se le proporcionó un nombre de lo más común, el mayor William Martin, de los Royal Marines. Se le dotó de una identidad completa, una novia ficticia (con su correspondiente foto), documentación, resguardos de lavandería, una notificación de deuda (era un manirroto), y todo aquello que se pudiera pensar. Incluso se le identificó como católico en sus placas para que fuese enterrado en el cementerio de Huelva, al que la inteligencia alemana tenía más facil acceso que al cementerio de la colonia inglesa.

A continuación, se subió al mayor Martin en un cajón lleno de hielo a bordo del submarino HMS Seraph, de la Royal Navy. Y con las primeras luces del 30 de abril de 1943 el capitán del submarino y los demás oficiales le vistieron un chaleco salvavidas y lo metieron en una balsa de la RAF, dejándolo a la deriva frente a Huelva.



Ese mismo día era recogido por un pescador local, y todo fue como los aliados habían previsto. Se dió el correspondiente chivatazo a la inteligencia alemana (abwehr) y la documentación del mayor Martin pasó la prueba. Curiosamente, sólo un cirujano español, que le hizo la autopsia, expresó sus dudas al no tener el cadáver las típicas mordeduras de peces. Pero no se le hizo caso. La información era demasiado buena para pararse en esos detalles.

El mayor Martin fue enterrado solemnemente en Huelva con todos los honores militares. Cuando la invasión de Sicilia tuvo lugar, la llamada "Operación Husky", las fuerzas alemanas estaban dispersas por todo el mediterráneo en vez de situarse en el punto más lógico para un cruce, que era el punto más cercano a la costa africana, es decir, Sicilia. El mayor Martin había rendido su principal servicio una vez muerto.

Como curiosidad, el HMS Seraph fue escogido para varias de estas misiones "extrañas". Transportó al General americano Clark al norte de África bajo el control de los franceses para negociar en secreto con éstos su pase al bando aliado. También tuvo que simular ser un submarino americano al transportar al general Giraud a Gibraltar para que se hiciese cargo de las fuerzas francesas del norte de África tras el desembarco aliado, ya que Giraud se negaba a ser transportado en un buque ingles, para lo cual el Seraph tuvo que llevar dos capitanes, uno americano y otro inglés, que era quien manejaba realmente el buque junto con la tripulación, muy británica ella, vestida con uniformes americanos y saludando las barras y estrellas.

Fuentes: elaboración propia y culturandalucia.com

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