martes, 22 de junio de 2010

22 de junio de 1893: el extraño hundimento del 'HMS Victoria'

No sería descabellado señalar a Gran Bretaña como la gran potencia naval de la historia, sobre todo por su dominio durante los últimos siglos hasta la aparición de su 'hija bastarda', si se nos permite la broma: la flota de los Estados Unidos, actual señora de los mares.

Sin embargo, los ingleses también han sufrido, como todos, capítulos bochornosos en donde han demostrado que todos nos equivocamos y podemos cometer errores estúpidos y también fatales. Hablamos del extraño hundimiento del HMS Victoria.

El 22 de junio de 1893, la Flota Británica del Mediterráneo, con el vicealmirante George Tryon al mando, se encuentra frente al puerto de Trípoli, por entonces provincia siria del Imperio Otomano. Para impresionar a propios y extraños, y exhibir una vanidosa muestra de su superioridad a la hora de navegar, Tryon decide realizar una compleja maniobra de fondeo que resultaría ser una catástrofe.

El vicealmirante se encontraba a bordo del HMS Victoria, insignia de una flota formada, en su totalidad, por ocho acorazados y cinco cruceros.
La línea que presentaba su acorazado era realmente fea: desplazaba 10.420 toneladas, y llevaba a bordo la primera máquina de vapor de triple expansión de la armada británica. A proa lucía una única torre con dos enormes cañones Armstrong de 413 mm que disparaban proyectiles de 1.600 libras, de difícil manejo y que los hacía poco prácticos a no ser que tuviera delante un enemigo dispuesto a recibir sus disparos, algo parecido a lo que ocurría con las enormes carronadas de 68 libras del HMS Victory durante la Batalla de Trafalgar en 1.805.

Tryon ordenó realizar una compleja maniobra en una virada hacia el interior de la formación que le haría coincidir en su rumbo con el acorazado Camperdown
, con el contraalmirante Albert Hastings Markham a bordo, de corte convencional y que optó por seguir, a rajatabla, las órdenes izadas en el buque insignia.

El impacto fue inevitable
(adjuntamos secuencia) y el espolón (efectivamente, por entonces aún estaban en uso) del Camperdown dio de lleno al Victoria, que en 13 minutos se iba al fondo, a lo que colaboró que compuertas y portas estuvieran abiertas para combatir, en la medida de lo posible, el calor que castiga aquellas aguas.

El propio Tryon se ahogó junto a otros 358 tripulantes
, no sin antes reconocer que la culpa del desastre era suya. Sí se salvó el segundo de abordo, un capitán de fragata de 33 años que se convertiría en almirante y que llegaría a estar al mando de la Grand Fleet durante la Batalla de Jutlandia y que llegaría a ser también Primer Lord del Almirantazgo, Sir John Jellicoe.

Tras el desastre del Victoria, se abrió un debate en el que la pregunta principal era hasta qué punto llega la obediencia militar, y si no se ha de actuar por voluntad propia para asegurar la integridad del barco. Markham, durante la investigación posterior al accidente, se justificó asegurando que no entendía la maniobra pero que confiaba en un juicio del vicealmirante Tryon que hasta el momento nadie había puesto en duda.

Fuente: www.histamar.com, artículo de Luis Jar Torres publicado en la Revista General de Marina; y wikipedia.

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